jueves, 21 de julio de 2011

BEETHOVEN: SINFONIA Nº 7 Opus 92

Tres versiones de la Sinfonía nº 7 en La menor de Ludwig Van Beethoven. La versión de Abbado del 2000 con la Berliner Philharmoniker. La del joven talento Paavo Järvi del 2008 con The Deutsche Kammerphilharmonier y que tan buenas críticas ha tenido la relectura que hace de las sinfonias de Beethoven, que ha realizado con la grabación de todo el ciclo de sinfonías Beethovenianas. Y una más clasica, de los años 70, por el gran maestro Carlos Kleiber y la Filarmónica de Viena.






Descargar: Jarvi Beethoven 7



Descargar: Kleiber Beethoven 7


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Maynard Solomon, en su biografía de Beethoven y al hablar sobre la séptima sinfonía, describe la opinión que sobre la séptima han expresado sus más ilustres biógrafos. Ernest Newman: “El movimiento ascendente de un enérgico impulso dionisiaco, una divina embriaguez del espíritu…un ánimo de alegre aceptación de la vida y el mundo”. Wilhem Lenz: “Una segunda sinfonía pastoral”. Ludwig Noel: “Festival de Caballeros”. Alexandre Oulibicheff: “Mascarada o la diversión de una multitud embriagada de alegría y vino”. Adolf Benhard Marx: “Boda o celebración festiva de un pueblo guerrero”. Richard Wagner: “Apoteosis de la danza…Su efecto sobre el oyente es precisamente la emancipación respecto a toda culpa, del mismo modo que el efecto ulterior es el sentimiento del Paraíso perdido, con el cual retornamos al mudo de los fenómenos”.

Como vemos todos coinciden en la alegría, optimismo y fuerza triunfal que desprende esta sinfonía. La verdad es que parece claro, con el solo echo de escucharla una vez, la energía vital, fuerza, ímpetu y alegría de esta sinfonía.  Después de la primera parte del primer movimiento, esa fantástica “obertura” inicial poco sostenuto y que da paso al vivace del primer movimiento, empieza un frenesí de festividad y celebración que va in crescendo hasta el final de la sinfonía, y que solamente se detiene un momento, como para tomar aire, en el famoso segundo movimiento Allegretto. A partir de aquí se llega a un Clímax abrumador en el tercer movimiento presto y el cuarto Allegro con Brío donde el “desmadre” celebratorio triunfal es total.

Aparte de una primera impresión, o definición básica del carácter descriptivo de la sinfonía, como alegre, exultante y de danza. Al entrar más a fondo en su contexto histórico, en la personalidad del compositor, en la época estilística en que fue escrita, en su estructura formal, se puede realizar o especular con una lectura mas profunda. Sobretodo conociendo o intuyendo los sentimientos y pensamientos íntimos, opiniones creativas y la situación vital del propio Beethoven, accesibles  a través de estudios biográficos, de sus cartas privadas o de sus escritos íntimos. Esta lectura nos permite profundizar y comprender más las motivaciones, “los interiores” y los criterios estilísticos de esta séptima sinfonía y de toda la obra de su periodo medio o heroico. Impresionándonos y maravillándonos todavía más si cabe.

Descubrimos a un Beethoven “humano” y sensible. Un Beethoven con periodos de gran  sufrimiento. Sufrimientos que son característicos del ser humano y que afectan a todos los hombres, incluso al Gran Genio. Problemas de salud, de amor, familiares y económicos. Estos problemas, principalmente el de salud con su sordera y que produjo una clara acentuación de los otros, le llevaron a la desesperación y al limite del sufrimiento en 1802, pensando incluso en el suicidio como solución final. En 1802, cuando la sordera ya era evidente, por consejo médico se traslada al pueblo de Heilingenstadt, a las afueras de Viena, y allí pasa ese verano y escribe ese “dramático” documento a modo de testamento que lleva el nombre de “Testamento de Heilingenstadt”. Escrito a modo de testamento formal y dirigido a sus hermanos. Toda esta crisis, quizás la más dura de la vida de Beethoven, se produjo antes del nacimiento de su estilo Heroico. En el documento podemos encontrar partes o fragmentos como:

“…..Pero pensad que ya hace seis años que estoy desesperadamente agobiado…Poco a poco me vi obligado al retiro, a la vida en soledad. Si a veces intenté olvidar todo esto, con cuanta dureza me devolvió a la situación anterior la experiencia doblemente triste de mi oído defectuoso…Ah como podía confesar una dolencia en el único sentido que debía ser mas perfecto en mí que en otros…Pero que humillación para mí cuando alguien que esta cerca oye a lo lejos una flauta y yo no oigo nada…Tales incidentes me llevan casi a la desesperación; un poco más de todo esto y acabaría con mi vida, solo mi arte me ha retenido. Ah, me pareció imposible abandonar el mundo hasta que hubiese expresado todo lo que sentía en mí. Por lo tanto, soportaré esta malhadada existencia, realmente lamentable…Debo vivir casi solo, como el desterrado…Abrigo la esperanza de que permanecerá firme mi decisión de soportar hasta que complazca a la Parca inexorable cortar el hilo…Obligado a convertirme en filosofo cuando tengo veintiocho años; OH, no es fácil y para el artista mucho más difícil que para otros. Ser Divino, Tú ves mi alma más profunda; Tú conoces que allí reside el amor a la humanidad y el deseo del bien…alguien que a pesar de todas las limitaciones de la Naturaleza hizo cuanto estuvo en su poder para lograr que se lo aceptase entre los artistas y los hombres meritorios…Recomiendo Virtud a tus hijos; ella sola, no el dinero los hará felices. Hablo por experiencia; fue lo que me sostuvo en los momentos de sufrimiento. Gracias a ella y a mi arte no acabe mi vida con el suicidio, Adiós y amaos…Con alegría marcho deprisa al encuentro de la muerte. Si llega antes de que haya podido desarrollar todas mis cualidades artisticas, aún será demasiado temprano pese a mi cruel destino…sin embargo, incluso así me sentiría feliz ¿pues acaso no me liberaría de un estado de padecimientos interminables? Ven cuando desees, te enfrentare valerosamente…Mientras las hojas otoñales caen y se amustian, así mi esperanza se ha marchitado…hace tanto tiempo desde la ultima vez que la autentica alegría resonó en mi corazón…Oh cuando, Oh Divino, la sentiré nuevamente en el templo de la naturaleza y la humanidad, ¿Nunca?, No, Oh, eso sería tan cruel."

Ludwig Van Beethoven.


Todo este documento manuscrito fue encontrado junto a la famosa carta a la “Amada Inmortal” en un escondite en el escritorio de Beethoven después de su muerte. Y nunca fue visto por nadie ni Beethoven lo mostró a  nadie durante su vida.

Toda la ética, filosofía e ideología artística y vital de Beethoven se puso en juego en esa época. La ética de Beethoven basada en la virtud, la fuerza y valores del Hombre y el clasicismo imperante en esa época, que no permitía expresar artísticamente, ni en forma ni en contenido, todo lo que no fueran valores “clásicos”, “puros” y “galantes”,  le abocaban sin remedio a un callejón sin salida. El sufrimiento no estaba contemplado en la cultura del clasicismo como “musa” o medio de expresión artística. Al contrario que en el Romanticismo, donde del sufrimiento se hacia una bandera y era utilizado como gran fuente de inspiración artística. Que Beethoven no se dejo arrastrar por el pesimismo o la desesperación, ni quería utilizar el sufrimiento como inspiración artística,  también se puede apreciar o deducir en el hecho de que en ninguna de sus sinfonías del periodo heroico, de la tercera a la octava, no hay un movimiento claramente lento o en forma de adagio. Quizás esos Adagios, surgidos de su interior, hubiesen sido demasiado “duros” o sensibles para los valores artísticos de la época o del propio Beethoven. Estos adagios o movimientos lentos, que en el estilo clásico ocupan normalmente el segundo movimiento, son sustituidos por Beethoven por Andantes Cantabiles, Allegrettos, Minuetos, etc.

Claramente y paradójicamente el estilo heroico, del cual es un claro ejemplo esta séptima sinfonía, surgió del sufrimiento, de las limitaciones del clasicismo y de la virtud, de la ética y el humanismo de Beethoven. Como un salto hacia delante, la única vía de escape. Del sufrimiento se consiguió el cielo, las estrellas, en forma de unas metas y objetivos artísticos plenamente conseguidos. Como escribe John William Sullivan: “Las principales características de la actitud plenamente madura de Beethoven ante la música han de hallarse en la comprensión del sufrimiento y en la comprensión del heroísmo de la realización….La capacidad de Beethoven para una profunda y apasionada comprensión del sufrimiento necesitaba, sino quería verse reducida a la impotencia, una capacidad de resistencia y un enorme poder de auto confirmación…”.

Así pues del sufrimiento y su compresión surge el gran estilo heroico de Beethoven. O como escribió Wilhem Lenz: “…Él no habita en este bajo mundo: siempre nos eleva a regiones superiores, haciéndonos saborear sus delicias celestes... Su típica personalidad cifra por entero en el cruel dualismo - dualismo de titanes - entre las ardientes aspiraciones del hombre de mérito y la suerte miserable que con frecuencia place a Dios el otorgarle en este bajo mundo...de aquel humano símbolo de la lucha homérica del hombre rodeado su cuerpo de serpientes, cuando intenta por centésima vez esfuerzos libertadores”

Una lucha interior hizo nacer el estilo heroico, surgido más allá de las debilidades y limitaciones del hombre, que consigue su culminación con la creación de esa serie de maravillosas sinfonías, la quinta, sexta, séptima y octava. Que en su conjunto parece que formen una macro sinfonía, a lo Mahler, con sus cuatro movimientos clásicos: La quinta como primer movimiento, allegro vivace; la sexta un minuetto o andante cantabile como segundo movimiento; la séptima un gran scherzo como tercer movimiento; y la octava un rondo como cuarto.

Toda esta lectura y significación del estilo heroico descrita aquí  y que podemos encontrar reflejada en esta séptima de Beethoven. Tuvo, o incluso tiene, otra lectura “de toda la vida” y que describe estilo heroico llenándolo de tópicos románticos. Imágenes literarias y descriptivas pretenden definir las sinfonías heroicas y al propio Beethoven. Muchas de ellas generadas a partir de la dedicatoria de la primera gran sinfonía del estilo heroico, la tercera o heroica, y que Beethoven en un principio dedico a Bonaparte. Esta dedicatoria, al gran hombre y general, la situación turbulenta de guerras sin fin en que se encontraba Europa y la imagen y personalidad desmesurada, y utópica de Beethoven como el Gran Genio o el Gran Coloso, propició que muchas significaciones o descripciones de todo el estilo heroico de Beethoven giren entorno a estos conceptos, especialmente en la lectura de sus sinfonías. Esta gran simplificación provocó lecturas absurdas de la música de Beethoven de este periodo meramente programáticas. Como por ejemplo. En la tercera de carácter épico: Descripción de grandes batallas entre ejércitos dirigidos por Bonaparte, cañones sonando, grandes ataques de caballería, soldados heridos…. La quinta “el destino llama a la puerta” y el gran genio lo combate y vence… En la Sexta: Las fuerzas, maravillas y grandeza de la naturaleza, pastorcillos, pajaritos, riachuelos, tormentas… La séptima: La alegría por las grandes victorias, las grandes celebraciones, la algarabía, el gran triunfo… En definitiva unas lecturas novelescas, programáticas en que todo lo que fuera “Grande” podía entrar. Estas lecturas fueron ensalzadas y glorificadas en todo el Romanticismo posterior.

La séptima sinfonía fue compuesta entre 1811 y 1812, en la ciudad de Teplice donde se encontraba Beethoven intentando mejorar su estado de salud. Se estrenó en 1813, en un concierto en beneficio de los soldados heridos en la batalla de Hanau, con gran éxito, quizás el mayor éxito de público durante la vida de Beethoven. El propio Beethoven, totalmente sordo, la dirigió. Aunque se dice que el verdadero director, oculto, que realmente seguía la orquesta era Salieri. El segundo movimiento, el famoso allegretto se repitió varias veces al final, y llego a convertirse casi en un himno de victoria para la sociedad Vienesa.

La forma de esta séptima sinfonía es en los cuatro clásicos movimientos:

I.                  Poco sostenuto – Vivace.
II.               Allegretto
III.             Presto
IV.           Allegro con Brio.

El primer movimiento, Poco sostenuto – Vivace, tiene dos partes claramente diferenciadas, la primera es el impresionante Poco sostenuto y que actúa a modo de obertura de la sinfonía y que da paso al Vivace. En el Vivace y como en muchas otros movimientos de las sinfonías de Beethoven y que es otra de las características del estilo heroico y de todo Beethoven, se presenta el primer tema de una forma contundente, clara y directa. Un gran tema, sin introducciones, ni subterfugios melódicos, ni motivos de acercamiento al tema principal que tanto se utilizaban en el más puro clasicismo de Haydn o Mozart. Todo el Vivace se desarrolla en la estructura formal clásica de Sonata. Pero aquí también forma sonata al estilo heroico de Beethoven; después del gran primer tema se presenta el segundo con un claro contraste con el primero, casi en oposición. En Mozart y Haydn este segundo tema normalmente complementa al primero y estaba en la misma línea expresiva. La parte de desarrollo, en Beethoven, después de la presentación de los dos temas, es casi la parte más importante del movimiento, toma dimensiones desmesuradas respecto a los desarrollos en forma sonata de Haydn y Mozart y que muchas veces sólo servían como puente hacia la recapitulación y la coda final. En Beethoven la parte de desarrollo de la forma sonata adquiere un peso extraordinario y es donde se produce la lucha creativa y surge mucha de la significación del movimiento.

El segundo movimiento, Allegretto, es de las piezas más conocidas de Beethoven y que ha sido utilizado en numerosas películas cinematográficas. Es la parte más “tranquila” de la sinfonía, la más meditativa. Es una marcha, una marcha hacia la luz y la esperanza y que empieza suavemente para ir creciendo y creciendo, llenando nuestro espíritu a medida que evoluciona. Se detiene un momento y se presenta el segundo tema. Un segundo tema de Paz y serenidad, como digiriendo todo lo que ha estado entrando en nuestra alma en la marcha precedente. Después, se retoma la marcha inicial, pero ahora con variaciones, en desarrollo, para volver a los dos temas iniciales con más fuerza. Finalmente la marcha se va desvaneciendo hasta que se apaga. ¡Un disfrute!

El tercer movimiento Presto. Es la alegría, un Gran Scherzo, una gran danza, casi desmesurada. De muchísima fuerza y ritmo. El primer tema va dando vueltas y vueltas sobre si mismo. Hasta que llega el segundo tema, donde “los pasos” de la danza se alargan, a un ritmo mucho mas pausado. Este segundo tema, va pasando de piano a forte y de forte a piano. Este contraste entre los dos temas se vuelve a repetir dos veces más pero la segunda vez el segundo tema solo se esboza como final e inmediatamente pasamos al desbordante último movimiento, casi sin descanso.

El cuarto y último movimiento, Allegro con Brio. Este movimiento nos lleva al triunfo final de toda la sinfonía. ¡La alegría y felicidad es desbordante!    

En definitiva sinfonía indispensable, obra súper maestra. Seguramente una de las creaciones artísticas mayores y de más nivel de la Humanidad. Y como buscaba Beethoven ensalza a grandes cotas el espíritu humano, al Hombre y a sus valores. Surgida, como muchas otras cosas importantes, del sufrimiento.




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1 comentario:

  1. Para siempre Beethoven!! Muy agradecido por tan maravillosa musica.

    Saludos desde Chile.

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